La Quisquilla de Motril, o periquito, como se le conoce en nuestra costa, es un crustáceo decadópodo de pequeño tamaño, del cual recibe su nombre (Quisquilia, del latín, menudencia). Se pesca durante todo el año y, cuando están en época de reproducción, portan huevos en sus patas, de un color azul intenso, característico de esta especie, que le confieren a este marisco un sabor que pocos mariscos llegan a conseguir. Alto nivel en proteinas y bajo contenido en grasas y calorías hacen que el equilibrio nutricional sea casi perfecto cuando comemos quisquillas de Motril.
Suelen habitar fondos de roca a una profundidad de entre 550 y 750 metros y, aunque los más habituales suelen ser de pequeño tamaño, pueden alcanzar los 17 centímetros. Se pescan con varias técnicas pesqueras aunque las mejores se obtienen con métodos de arrastre.
Es un marisco que se distribuye por las costas del Mar Mediterráneo y el Oceáno Atlántico. Su Denominación de Origen dada en Motril se debe al compedio dado entre las perfectas condiciones climáticas que encontramos en la zona, producidas por la gran cercanía entre la alta montaña y el mar, y los fondos rocosos del Mar de Alborán, idóneos para la pervivencia de esta especie.
Gran versatilidad en cocina, pudiendose servir de diferentes maneras y pasando por innumerables recetas, como las croquetas de quisquilla, el arroz caldoso de quisquillas o a la plancha (cuando el producto es excepcional). Translúcidas en el agua, rosadas cuando se cocinan, su sabor a mar cautivará todos tus sentidos.